domingo, 9 de febrero de 2014

Luna Park

En la orilla este del lago Halensee, allá donde termina la imponente Kurfürstendamm, estuvo situado entre 1909 y 1933 el mayor parque de atracciones de toda Europa: el Luna Park.

A principios del siglo XX existía en esa zona una casa de huéspedes llamada “La Terraza en Halensee”, un lugar de recreo decorado con arquitectura al estilo oriental que contaba con una zona pública para bañarse. Un paraje excepcional para que los domingueros que venían de un paseo por Grunewald pudieran relajarse y refrescarse un ratito. Ya entonces el espacio contaba con un tobogán de agua y algunos puestos de venta.

En 1909 el hotel fue adquirido por el restaurador August Aschinger y el chef del Hotel Kempinski, Bernd Hoffman, encargados de llevar a cabo una espectacular reforma del solar hasta convertirlo en un parque de atracciones. Para ello se inspiraron en el Coney Island de Nueva York y lo dotaron de las atracciones típicas de la época. El tobogán fue ampliado para terminar en el lago, se construyó una montaña rusa, también una “Rueda del Diablo”, un Cakewalk, columpios giratorios, así como la primera piscina de oleaje artificial de la historia. Una de las atracciones más famosas era, no obstante, la escalera temblorosa (Shimmy-Treppe), la que, con más o menos destreza, atravesaban los más audaces no sin antes llevarse un buen soplo de aire.

Como Joseph Roth describía en uno de sus artículos extraído del libro “Crónicas Berlinesas”: La diversión se torna aquí insensata, la absurdidad hiperbólica, la juerga agotadora e inofensiva a un tiempo. Hay máquinas infernales que, más que despertar la alegría, provocan un sudor amargo: un disparate piramidal que trata de superar su propia cumbre. La diversión poco exigente se convierte en caricatura de si misma. ¿No es curioso que alguien que desea pasarlo bien decida subir por la escalera insegura al escenario de una banda de Jazz, se quede torpemente en el medio, no pueda subir ni bajar y, en lugar de reírse de él, se convierta en el hazmerreír de la gente?


Para los ratos de tranquilidad y para los menos osados, el parque contaba con teatros y varios escenarios donde las bandas de Jazz amenizaban el festín o donde se escenificaban cabarets, también se celebraban concurso de baile y combates de boxeo. Y cada noche terminaba con fuegos artificiales.

El éxito del Luna Park fue rápido ya en sus primeros años de existencia alcanzó a recibir a 50.000 personas al día. Tuvo que ser clausurado durante los años de la Primera Guerra Mundial. La inflación que aconteció tras la Gran Guerra a principios de los Años 20 hizo mermar su gloria y no fue hasta 1928, cuando se realizaron varias reformas, cuando volvió a ser relanzado, para caer de nuevo en desgracia al llegar el Crack del 29.

En 1935, con miras a la celebración de las Olimpiadas en Berlín, fue completamente demolido por los nazis que lo consideraban una monstruosidad occidental. Hoy en día la zona es atravesada por una autovía.  

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