
Dispuesta a deshacerse de todo cliché del pasado y despreocupada por lo que pasaría en el futuro, la flapper vivía intensamente el día a día. Flirteaba, se reía sin recatos, decía palabrotas sin enrojecerse, fumaba y ante todo quería divertirse. Comienza a deshacerse de los elementos estéticos que antaño marcaban su feminidad y su estética se vuelve andrógina. El largo de las faldas se redujo progresivamente a medida que aumentaba su seguridad.

Ahora la mujer gana su propio dinero y lo invierte en si misma. Se convierte en la gran consumidora de placer. Utiliza ropa que hace su figura más tubular y sin forma alguna llegando a vendarse el pecho para aplanarlo. Los vestidos dejaron de marcar la cintura bajando el talle hasta las caderas. Se corta el pelo a lo garçon como poderoso símbolo de esa independencia. Hace ejercicio y se cuida para estar bella, saludable y delgada. Se siente a gusto con su cuerpo y no se avergüenza al exhibirlo.
El revulsivo que supuso esta ruptura con las rígidas estructuras pasadas hizo que los sectores más tradicionalistas de la sociedad pronto se lanzaran a criticar lo que consideraban harto inmoral. En los periódicos conservadores aparecían artículos que responsabilizaban de enfermedades tales como el cáncer y el deterioro cerebral al escandaloso modo de vida de la flapper. En las iglesias no se dejaba entrar a mujeres que enseñaran las rodillas. En las playas se disponían censores que vigilaran que las mujeres no enseñaban un centímetro más allá de lo permitido. Había médicos que aseguraban que el pelo corto les provocaría neuralgias en invierno e insolaciones en verano.
Mientras que antes de la guerra solo se maquillaban las prostitutas, ahora el maquillaje había pasado a ser una extendida arma de seducción y a utilizarse en casi todas las capas de la sociedad. Gracias a esto la industria cosmética prosperó en aquellos años. Incluso la cirugía estética, que hasta entonces se había centrado en mejorar la técnica para las reconstrucciones de los numerosos lisiados de guerra que habían quedado tras la guerra, empezaba ahora a desarrollarse en el ámbito de la belleza corporal y facial. Empezaban a resonar lemas como: "Podrás tener un rubor permanente". También empezaban a ponerse de moda los centros de belleza en los que se ponían a disposición de las clientas masajes eléctricos. Para el año 1922 el afán por adelgazar se había convertido en un negocio.
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Clara Bow |
No obstante, la belleza pasó pronto a ser un objeto de comercialización siendo su máxima expresión el nacimiento de los concursos de misses. Aunque lo que es indiscutible es que la flapper marcó un antes y un después en el papel de la mujer en la sociedad.
Te felicito por tu blog.
ResponderEliminarUn saludo y que tengas mucho éxito en todo.
Saludos
Oliver
Muchas gracias por tus palabras Oliver.
EliminarUn saludo desde Berlín.
Aquí seguiré escribiendo!
Un saludo
Paloma