La historia de la absenta es un relato repleto de mitos y leyendas. También conocida como la Fée Verte (el hada verde), la absenta o ajenjo es un licor de sabor amargo y ligeramente anisado, de color verdoso y de alta graduación alcohólica.
Su compuesto principal es la hierba Artemisia absinthium y, según la receta, se le añaden cantidades variables de hinojo, anís, hisopo, melisa, pequeña artemisa, cilantro, enebro y regaliz entre otras plantas.
Sus orígenes se remontan a la Edad Antigua cuando ya entonces era utilizada como remedio curativo por personajes como Hipócrates o Pitágoras. Su uso meramente medicamentoso se extendió hasta finales del siglo XVIII.
En 1769, en Suiza las hermanas Henriod se hicieron con la receta y comenzaron a producir el brebaje de forma casera. Como cualquier medicamento que se precie era de amargo sabor y esto hacía que fuera difícil de tomar por lo que comenzó a diluirse en él azúcar y a rebajarse con agua haciendo que la bebida adquiriera un aspecto lechoso (louche). Fue así como poco a poco la absenta se fue volviendo una bebida cada vez más apreciada y en torno a ella se fue creando todo un ritual de preparación para ser tomada.
El agua fría se vierte sobre el azucarillo haciendo que éste se deshaga y caiga diluyéndose junto a la absenta y el agua (normalmente de 3 a 5 partes de agua por una de absenta) y cuyo resultado final se conoce como louche.
Louche |
La receta pasó a manos de Henri Dubied quien junto a su yerno, Henri-Louis Pernod, fundó una destilería. Pernod dirigió pronto su propia producción y en sus mejores tiempos ésta llegó a ser de 20.000 litros al día. Para entonces la absenta ya se exportaba a casi todas las grandes metrópolis del mundo. Pero si algo impulsó en gran medida su consumo fue la guerra. Durante la guerra en Algeria (1830-1847) los soldados franceses en el frente la usaban tanto como remedio antipirético como "elevador" la moral. Y al volver del frente continuando necesitando su dosis regular...
Se dice que el término Fée Verte lo acuñó por primera vez el poeta y escritor Oscar Wilde aunque también se le adjudica este hecho a otros tantos poetas, escritores, pintores, músicos y artistas y bohemios que se sentían muy atraídos por esta bebida de culto, no solo porque muchos defendían que al beberla se sentían más inspirados sino porque la abstenta misma fue inspiración de muchas obras. Son muchos los artistas que se confesaban amantes del ajenjo: Van Gogh, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Degas, Toulouse Lautrec, Picasso, Edgar Alan Poe, Manet, Gauguin... y una interminable lista de personajes que experimentaron con los efectos que producía, entregándose apasionados a la alteración de sus sentidos...
Verre d'absinthe et carafe, 1887 (Van Gogh) |
La absenta (Edgar Degas) |
Bebedora de absenta, 1901 (Picasso) |
Pero la absenta tenía tantos seguidores como enemigos. Si bien hasta entonces ya hubo muchas voces que se habían posicionado en contra, fue un dramático hecho acontecido en 1905 el golpe fatal que condicionara el futuro de tan misterioso elixir. En aquel año un muy ebrio agricultor suizo llamado Jean Lanfray asesinó a toda su familia a balazos. Las autoridades tardaron poco en considerar que Lanfray se encontraba en un estado grave de enajenación debido al elevado consumo de la bebida maldita. Lo cierto es que el buen señor era conocido por su alcoholismo y sus borracheras diarias causadas por todo tipo de bebidas. Pero el escándalo atravesó toda Europa y nada pudo hacerse para que la absenta acabara por ser considerada la fuente de todos los males que acechaban a la sociedad.
Sin embargo, la verdadera causa de su prohibición no es tarea sencilla de zanjar.
El bebedor de absenta (Viktor Oliva) |
De un lado se encontraba una industria del vino muy afectada que veía en la absenta la causa innegable de la disminución de sus ventas. De ahí que se considere que en gran parte la prohibición del ajenjo se debiera a cuestiones políticas. Pero de otro lado está el hecho de que a finales del siglo XIX se elaboraran ilegalmente absentas que eran adulteradas con metales como el cobre y el zinc con la intención de darle su coloración característica y que hasta se llegara a utilizar el cloruro de antimonio para conseguir el tan apreciado efecto louche, todos factores que producían envenenamientos y que inducían, como no, a las famosas alucinaciones. Puede que esto último fuera lo que más ayudara a crear esa fama de peligrosa y lo que verdaderamente multiplicara sus efectos embriagadores y psicodélicos.
Sea como fuere, la absenta fue finalmente prohibida en 1915 al poco de comenzar la I Guerra Mundial.
Entonces, ¿cómo es posible que en el Berlín de los años 20 se bebiera el mejunje maldito? Una botella secreta, escondida en algún rincón, importada quizás de España donde no llegó la prohibición... quién sabe.
Bebedor de absenta, 1903 (Picasso) |
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