Se dice que en el Berlín de los "años dorados" la única preocupación de sus habitantes era tener tiempo para el placer. Si bien la década de los 20 fue una época muy convulsa en lo que a economía y política se refiere, fue un período en el que la creatividad y el arte se desarrollaron sin parangón. No solo eso. Berlín era entonces la mayor ciudad industrial del continente europeo.



La instauración de la República de Weimar supone el fin de cerca de tres siglos de hegemonía de los Hohenzollern. Tras no pocos altercados políticos y militares se proclama, desde una de las ventanas del Reichstag, la República. Termina la Primera Guerra Mundial. Comienza una nueva era...
Viendo el documental mudo "Berlin - die Symphonie der Großstadt" (Sinfonía de la gran ciudad) de Walther Ruttmann, uno se puede hacer una idea de cómo era un día en la vida de la metrópolis en aquellos años. Solo por su distrito comercial de entonces, Postdamer Platz, pasaban una media de 20.000 coches diarios. Esto motivó que se instalara aquí, y no en otro lugar, el primer semáforo de Europa. La estación de Postdamer veía pasar cada día 83.000 pasajeros. En la plaza confluían el tren de cercanías, el metro, 26 líneas de tranvía y 5 de autobús.
La ciudad cuenta por aquel entonces con una superficie de 878 kilómetros cuadrados, está dividida en 20 distritos y tiene 3,8 millones de habitantes.


Berlín, la ciudad de la innovación

Pese a que la gran derrota de Alemania en la guerra deja al imperio sumido en una profunda crisis, las innovaciones tecnológicas se suceden en Berlín.
En 1921 y tras ocho años de construcción se pone en funcionamiento en Grunewald la primera autovía del mundo con un recorrido de prueba.
El 8 de octubre de 1923 abre sus puertas oficialmente el aeropuerto de Tempelhof. De un diseño muy avanzado para su época fue el edificio de mayor extensión en el mundo hasta que se construyó el Pentágono.
En 1924 tiene lugar la primera feria de muestras internacional de radiodifusión cuya inauguración coincide con la colocación de la primera piedra de la torre de radio. Diseñada por Heinrich Straumer, fue construida en acero alcanzando los 150 metros de altura. Esta feria se celebra sucesivamente cada año hasta el 1939 y en su tercera edición, en 1926, es el Premio Nobel Albert Einstein el que da su pistoletazo de salida con un discurso inaugural. Es en ese mismo año en el que también comienza a retransmitir la torre de radio. En la quinta edición se presenta al público, al fin, la televisión.
Hacia mitad de la década el constructor Martin Wagner y el arquitecto Bruno Taut comienzan con las obras en Britz de lo que será una de las urbanizaciones que introducirá un nuevo concepto en lo que a vivienda se refiere. Una construcción integrada en la corriente expresionista alemana en forma de herradura que sintetiza el concepto de propietario con el de vivienda social.


Berlín y el expresionismo arquitectónico

Bajo el ideal de crear una "cultura arquitectónica" se comienzan a construir barrios de tipo popular alejándose de las corrientes tradicionales que se proponían desde el mercado burgués. La arquitectura expresionista establece alternativas a la vida urbana que se estilaba hasta entonces.
Este movimiento vanguardista se contrapone al modernismo en tanto que utiliza formas fantásticas y menos racionales buscando la utopía. Bruno Taut, uno de sus máximos exponentes, logra combinar en sus proyectos la belleza y la funcionalidad.


La crisis y el arte en Berlín

La inflación alcanza en Berlín sus cotas más elevadas en 1923. Tal es así que un billete de tranvía llegó a costar 150.000 marcos.
Todo continúa empeorando hasta que la crisis mundial arrasa en 1929 la metrópolis. El malestar de la sociedad es palpable. Se suceden las manifestaciones y levantamientos violentos en las calles hasta desembocar en su máxima expresión con el Mayo sangriento.
Este desasosiego y preocupación es expresado en pintura, entre otros, por George Grosz. Desde principios de la década ya muestra en sus obras los horrores de la guerra, su rechazo a la sociedad burguesa, la miseria y crisis moral de la sociedad. Su pintura fue degenerando en caricaturas que ocupan un lugar preferente en el imaginario colectivo cuando se trata de visualizar cómo era el Berlín de los años 20. Una ciudad en decadencia.