El verdadero Gustav Hartmann decidió emprender un largo viaje reivindicativo allá por 1928 tras ver como su trabajo como cochero dejaba de tener sentido en el Berlin de los años dorados, una ciudad que se desarrollaba a un ritmo vertiginoso y donde la tecnología avanzaba a pasos agigantados.
Corrían buenos años para la sociedad berlinesa. Atrás quedaba la gran crisis del 23 y, haciendo caso omiso a la hiperinflación, el consumo de artículos y bienes que denotaran refinamiento y buena posición social se disparó. Los atareados berlineses prescindían cada vez más de los traslados en coche de caballo para entregarse al frenético ritmo que les brindaba el coche que, por aquel entonces, era la nueva sensación.
La llegada de Gustav a Berlín Fuente: Bundesarchiv |
Escultura en su memoria en Postdamer Straße (Berlin) Fuente: wiki_commons |
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